“Si tú no me miras, yo no soy”: La dependencia emocional

“Si tú no me miras, yo no soy”: La dependencia emocional

La dependencia emocional es un estado psicológico que se puede establecer en diferentes tipos de relaciones, ya sean familiares, de amistad o de pareja. En estas relaciones, la persona que sufre la dependencia busca una cercanía extrema hacia la otra persona para cubrir necesidades como la seguridad, el afecto, el reconocimiento o la protección. Y cuando no cubre esas necesidades a través de la relación sufre malestar. Cuando se dan este tipo de relaciones, se juegan dos roles complementarios: el rol de la persona que es más dependiente y sumisa ante el otro, y el rol del dominante, que tiene más poder en la relación. – La persona más sumisa suele ser insegura, con una baja autoestima y poca confianza en sí misma, y desde estas carencias, busca que sea el otro quien se ocupe de ella. Este funcionamiento en la relación responde a posturas más infantiles, en las que se necesita de otro para sobrevivir a nivel emocional. Pareciera que la persona dependiente no tiene un lugar en el mundo si no es a través de la mirada del otro, lo cual le deja en una situación muy vulnerable, con riesgo incluso de ser maltratada. – La persona más dominante puede llegar a tener en los casos más extremos un perfil de personalidad más narcisista o egoísta y buscar que le admiren o le idealicen. Que haya una persona sometida a ellos les da poder y aparentemente los engrandece. Tanto en un rol como en el otro, ambas personas estarían participando de una co-dependencia insana y de una misma herida emocional, la de la falta de una valoración...
Pedir perdón y perdonar: Jugando a ponerse en el lugar del otro

Pedir perdón y perdonar: Jugando a ponerse en el lugar del otro

Cuando alguien nos ofende o nos hace daño esperamos que repare ese daño con una disculpa sincera. En ocasiones es más sencillo darse cuenta de esto cuando estamos en el rol del ofendido y es más difícil cuando estamos en el rol del ofensor, ya que requiere de algunas cualidades, como: La humildad.El reconocimiento del acto ofensivo.Empatizar con el otro.La voluntad de no volver a dañar. Estas cualidades suponen  poder mirar hacia adentro y reconocer el error y al mismo tiempo poder mirar hacia fuera, a la otra persona y reconocerla a ella y a sus sentimientos. El acto del perdón atañe a las dos partes, tanto al ofendido como al ofensor. El Catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, José Luis Villacañas explica que “perdonar es una promesa de olvido a cambio de una promesa de no reincidencia”.  De esta manera, ambas partes deben involucrarse y comprometerse con la reparación del daño sucedido en la relación.  Si la persona que ha hecho el daño se responsabiliza de lo que ha hecho y lo asume, ya no queda lugar para la culpa. A menudo es común sentirse culpable, que es diferente a la responsabilidad y es menos útil y funcional para hacerse cargo del propio comportamiento.  Desde la responsabilidad se puede cambiar algo. Desde la culpa el cambio es más difícil, ya que este sentimiento acerca a la persona que ofende a una postura de víctima. Si, de otra manera, se pide perdón, pero la persona que ha ofendido lo hace para limpiar su conciencia, sin una mayor intención de sanar el daño ocasionado, esto no sirve...